La cultura venatoria


Pocos logros merecen mejor atención para el auge de nuestro linaje que aquella lanza de piedra que elaboró el primer humano para sustentarse con la caza. 
Esa necesidad vital e innata a nuestra especie permitió un desarrollo evolutivo único y la aparición de la estrategia, la sociabilidad, el arte rupestre y la difícil simetría del bifaz. 

La caza o ars venatoria era lo que los romanos calificaron de actividad decente y de pasatiempo y privilegio de reyes y poderosos que pronto se popularizó desde los tiempos Antoninos. 
Y así, patricios y plebeyos ofrendaban sus piezas a la diosa Diana rogándole mostrar las guaridas de las bestias. 
Como cantaba Nemesiano en su Cinegética, portaban los robustos cazadores lanzas, espadas y flechas aladas para afrontar el amor que nos aqueja el arte de la caza. 

Pasó la edad media, el Camino Español, el empleo del caballo, la lanza y el arcabuz, y la caza reina: la del guarro y el cervuno, que no han cesado de practicarse ni un solo día. 

Somos un país de montería y de monteros. De jara, piornal, lentisco y dehesa. 
Amamos el olor a cuero viejo y a nuestra montera manchega. Se hermanan con nuestro carácter como el sabor del vino y del aceite, y con cuanto en ellos y con ellos conforman nuestro modo de ver y de sentir las cosas. 
Es nuestro albero ético donde ensayar una tradición milenaria que, como los recuerdos familiares, transmitimos de generación en generación. 

Sin cazadores no hay caza. Y sin ella, cuanto la circunda se extinguiría. Nuestros montes, la vida rural, la agricultura de surco y sudor, la flora y toda la vida silvestre tornarían en páramo arenoso o madrigueras de hormigón sin más vida que el desarraigo. 
Pero no solo se trata un acerbo biológico y cultural esencial es, además, un motor económico de magnitud superlativa, generador de cientos de miles de empleos. 

En estos momentos de aflicción por los que atraviesa nuestra Patria el ars venatoria es más que nunca sostén de lo que nos une y un preciado tesoro a defender por las gentes de bien. 
La caza y su tradicional montería, siempre tendrá en mi corazón una sólida trinchera para quienes, como decía el maestro Foxá, amamos la España ignota, la de los vericuetos difíciles y sus inasequibles sierras que no frecuentan los monteros albares de relucientes delanteras ni zahones recién estrenados.  


Comentarios

  1. No te vale con ser guapa e inteligente sino que también escribes como los ángeles

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  2. Seguramente estarás harta de escucharlo, pero muchas gracias por todo lo que publicas y haces. Hacen falta más personas como tú en esta sociedad tan sumamente podrida.

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  3. Totalmente de acuerdo.

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  4. excelente reflexion. espero sigas publicando...necesitamos voves como la tuya pra mantener viva la llma de la patria eterna y nuestra civilizacion

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  5. No estoy de acuerdo. La agricultura, el sedentarismo son los motores del avance social y cultural. La caza es un vestigio de nuestro pasado prehistórico.

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