Apunte para desmemoriados



Dicen que Dios escribe derecho con caracteres torcidos. Tal vez, por eso, alguien de mi edad no pueda comprender el olvido de nuestra historia y la de tantos hombres y mujeres que ensancharon nuestra patria, configurando el primer imperio global de todos los tiempos.

En la vida, pueden escogerse variados caminos, credos y causas. Se puede optar incluso por echarse la moral a la espalda y delinquir. El alma humana es variopinta y las circunstancias mandan.
Pero lo que no cabe es la felonía. Y menos aún si esta acontece no por ignorancia, sino por servir a enemigos de lo que nos es propio. El hijo que se revuelve contra su padre o se avergüenza de su origen es un felón y así vivirá por más que se disfrace de joven triunfador o abanderado de la modernidad.
Y más felón, si cabe, será quien traicione a su patria, la denoste, rehuya o combata.

España, no es una nación más, sino un privilegio de la historia. Un pequeño continente, que hace siglos forjó un concepto cultural único: la Hispanidad. Este vocablo, es un crisol de ideas, colores y sabores irrepetible. Desde los fosos de Numancia, donde un puñado de celtiberos rechazaron a las cohortes de Mancino, hasta la heroica defensa de las Lomas de San Juan o el Caney, la hispanidad se ha fraguado lentamente. Siglos y siglos horneando una forma de ser, de pensar, y de vivir, distinta de cualquier otra. Y con suprema generosidad, llevada por el mundo, hermanando civilizaciones en un idioma e idiosincrasia común.

A lo largo de milenios, nuestra vieja piel de toro ha cobijado etnias, tribus e invasiones en incontable número. Unos pasaron sin pena ni gloria, otros engrandecieron los lugares que habitaron, otros los saquearon, los más se hibridaron y en fin, todos en mayor o menor medida fueron amalgamando una raza irrepetible, brava, heroica, desprendida orgullosa, espontanea, simpática, inteligente y felizmente anárquica. Y la suma de ese guiso dio lugar a lo español. A una forma de escribir, de cantar, de pintar, de comer, de dormir, de guerrear, de cortejar, de navegar, de soñar, en suma, de vivir.

Tartessos, suevos, cartagineses, celtas, iberos, visigodos, romanos, bereberes, un poco de sal y de pimienta y siglos de ebullición. Esto es España y los españoles.
Y por encima de todo y sobre todo, una nota nos caracteriza: la nobleza. El español es noble. De hecho y de derecho. Predomina el cristiano viejo y el hombre de bien. Da igual si es hidalgo o patán. En lo hondo de su ser, el español es noble incluso en la pelea o el latrocinio.

Y durante ese discurrir por este trozo de planeta, ese carácter alegre, montaraz y aventurero desembocó en lo épico. Pero de un modo desinteresado, antieconomicista y próximo a la prodigalidad. Y ello porque cada español nace con un ejemplar del Quijote bajo el brazo. Y aunque no lo lea, da igual, pues se conduce como el loco metafísico de la Mancha (que decía Papini).

Y así, España, en vez de contar monedas, o crear revoluciones industriales, inventó la mística y configuró Europa. Y le dio a Roma a Trajano, Adriano y Teodosio. Y en las Navas de Tolosa y en Lepanto salvó a la cristiandad. Y mientras el resto del mundo bebía mala cerveza en cuernos de bisonte, Salamanca y Palencia alzaban las universidades más antiguas de la cristiandad. Y Abi Rabitha y Maimónides inventaron la cirugía, y Baitar postuló la botánica, e IBn Sabli inventó el astrolabio, y Muad de Jaén refutó con éxito las matemáticas de Ptolomeo y Al Karayy dibujó la ingeniería de la Alhambra.

Y cuando dos reyes visionarios, crean el primer estado moderno en 1492, poniendo fin al mundo feudal, España se vacío en un esfuerzo imposible. Y ensanchó el mundo abriendo el horizonte desconocido y llevando la civilización por todo el globo terrestre. Y en ese esfuerzo, España se desangró y conoció a su enemigo exterior e interior.

Y en la Nueva España, apenas sin medios y desafiando lo imaginable, cientos de héroes forjaron un mundo nuevo suprimiendo la barbarie existente. Y así partieron hacia allí Cortés, Pizarro, Nuñez de Balboa, Elcano, Ponce de Leon, Valdivia, Hernando de Soto, Coronado, Belalcazar, Grijalba, Narvaez, Juan de la Cosa, Montejo, Villagra, Juan de Ayolas, Tristán de Luna, Bobadilla y tantos otros. Unos se afamaron y los más, vertieron su sangre anónimamente en aquellas tierras tan lejanas. Y desde Alaska hasta el Cabo de Hornos, las gentes hablaban en español y las ciudades, ríos, pueblos, montes y volcanes llevaban nombres de la península.

Pero un enemigo artero, comenzó desde entonces a gestar su venganza. Por oposición a la Hispanidad, el mundo anglosajón y su credo protestante comenzaron el desgaste de lo hispánico. Un desgaste apenas relevante en sus inicios, pero continuado en el tiempo y abrumador en su venganza.

La construcción de una Europa unida y española por Carlos V, desangró a España durante casi un siglo e inmoló a sus mejores hijos por el polvoriento camino español de Nápoles a Flandes, en la mayor hazaña logística de todos los tiempos.

El rencor acumulado por el protestantismo, se cobró su factura en América. Y lo hizo, aprovechando la estulticia de los regentes españoles, la codicia francesa y la traición de nuestros atildados y consentidos regidores de aquellas tierras. Bolivar, San Martin, Belgrano, Miranda, Sucre, Santa Cruz, O´higgins, Itúrbide… fueron comprados con libras esterlinas en una de las actuaciones más viles de la historia, renegando de cuanto habían jurado de uniforme, dando lugar al cataclismo actual del continente. Triste resultado por tan pocas monedas.

A pesar de ello, y de tan criminales acciones, España agónica y descalza, supo aún defender su bandera durante muchos años, y hasta la última gota de sangre en el castillo de San Felipe o gracias al genial Blas de Lezo en Cartagena de Indias.

Los restos de la obra colonizadora de España perecieron hace poco más de un siglo, cuando un gobierno inepto, entregó la Cochinchina a Francia y envió a la muerte a unos pocos barcos viejos sin carbón ni munición para hundirse en las bahías de Santiago, Manila y Puerto Rico. Y donde abundaron los héroes de Villamil a Cascorro o los de Baler.
Y como siempre se puede estar peor, en las décadas siguientes se entregaron las Carolinas, las Marianas, Ifni, el Sahara y la bella Guinea y el Rio Muni.

Físicamente nada queda hoy de aquella obra de siglos . Pero ello no es lo que desasosiega a la gente de bien, sino la inmundicia del espíritu. El mundo anglosajón y por qué no decirlo, también el francés, han ganado con calumnias lo que no pudieron con las armas. La leyenda negra sobre España , sus gestas y su obra civilizadora, se ha impuesto como una mancha de aceite. El empeño de nuestros enemigos y la connivencia de buena parte de nuestros nacionales son uno de los ejemplos más bochornosos de la historia de la humanidad.

Oír decir a un español la palabra latinoamérica ( feliz invento de la diplomacia de Napoleón III para diluir lo español), la destrucción de los mayas ( que desaparecieron 800 años antes de que llegasen los españoles), ensalzar la figura de Bolivar ( que murió lamentando sus atrocidades), o desconocer las Leyes de Indias, o al Llanero Boves y su ejercito de indígenas defendiendo a España, dan simplemente lástima y precisan de grandes cantidades de agua y jabón.

Si a ello le unimos el espectáculo actual y diario de quienes mandan y a la par de los que desobedecen, solo me resta pedirle a Dios que enderece estos renglones torcidos, para al menos poder entender que sucede. En otro caso, como los viejos tercios de Flandes, habrá que armarse de valor y tratar de enmendar tanta ignorancia y vilipendio.

Comentarios

  1. Seguidor tuyo en instagram, lector y admirador de todo lo que publicas tengo que decir que me encanta cada día saber más de nuestro pais. Enhorabuena por tu trabajo de divulgación!

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  2. En desacuerdo respecto a que físicamente ya no queda nada.

    Quedan las ciudades, casas, universidades, iglesias, arte, libros... y hasta sangre.

    La herencia fisica española no desaparecerá por muchos siglos, aunque muchos se esfuercen por talibanizar todo aquello, y en muchos casos lo consigan.

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  3. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  4. Te leo y sigo en redes. No dejes de escribir. Gracias.

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  5. El enfrentamiento entre el imperio Español y el imperio británico, es histórico, natural y constante. Hoy continúa y sigue a través de lo que fueron sus colonias.
    Desde Argentina valoramos y amamos el legado espiritual y cultural Español y continuamos la eterna batalla contra la pérfida albión.

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